Debe ser este el momento y el lugar. Ese en el que vuelves a todas tus adiciones olvidadas e ingresas en todas aquellas que crees que te devuelven un instante de respiro. Ahora es cuando nos vemos ridículos con ese disfraz de iluso que hace tan sólo unos meses nos quedaba tan bien. Volvemos al negro y nos entregamos a las sombras.
No sé cuando pensamos que podríamos parar ese reloj de arena imparable, herméticamente cerrado, protegido tras un cristal anti-esperanza.
Y es ahora cuando ella se deja ver en una plaza mientras huye desesperada. Y entra en un bar y pide una copa cuando todavía no ha amanecido, y se conforma con que el alcohol y el tabaco hagan más corta la espera.
Y es este el momento que marca un punto de inflexión, cuando cae entre los brazos de un desconocido, y no reconoce su rostro, ni tampoco sus propias manos. Y le mira con sorpresa y se sonríe llena de culpa.
Y es mañana cuando llamará el alivio y ya no te deje la culpa, Porque os fuisteis los dos, aunque ella crea que aún está viva.